En el artículo ($) de ayer de Monika Zgustova en El País, un párrafo me parece expresar perfectamente lo que sentimos a veces aquellos que vivimos fuera, volvemos, marchamos de nuevo y regresamos una vez más… Zgustova habla de Kundera y su difícil regreso a la República Checa, aunque creo que muchos habréis sentido lo mismo de regreso a vuestros países:
El retorno de un exiliado a su patria suele ser arduo. Durante su estancia en el país de adopción, el exiliado ha adquirido nuevos puntos de referencia y un nuevo sistema de valores. Después de haber desplegado un enorme esfuerzo por comprender y adoptar una nueva cultura, un nuevo contexto y una nueva orientación, la escala de valores de su país de origen resulta rara y obsoleta. Por otro lado, cambiado como está, a los ojos de los habitantes del país de origen el exiliado ya no es alguien como ellos, familiar, con el mismo código de comportamiento, sino alguien distinto a ellos, alguien distante y extranjero. En el país de origen el exiliado resulta ser el otro: el desconocido, el extraño, el forastero. Al igual que en su país de acogida. El exiliado nunca más pertenecerá a un lugar concreto. Su destino es flotar en el aire, su identidad está en el desarraigo.
Que razon tienes!! uno ya no es de aqui ni de alla, como diria mi querido Facundo Cabral
http://it.youtube.com/watch?v=5Hq7CkVL4jo, Arrieros somos y en el camino andamos!!!